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  • Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

wishy-washy


La traducción del diccionario inglés-español de wishy-washy es ‘indeciso’, pero la expresión en inglés me parece fantástica, aun a pesar de que el otro día fui criticado por el uso del adjetivo calificativo ‘fantástico’, crítica que no entendí porque es tan buen adjetivo como el siguiente.


Tendría yo nueve, diez años la primera vez que escuché el término wishy-washy. No me decidía entre que libro escoger una tarde que tenía que ir al baño y por tanto había que tomar una decisión que uno hubiera pensado tendría cierta urgencia. Pero en la casa teníamos la serie completa de los Clásicos de Oro Ilustrados de noventa y seis páginas cada uno, y comprometerme una hora ya fuera con El Conde de Montecristo o a Los Tres Mosqueteros no resultaba fácil. “Deja de ser tan wishy-washy”, me recriminó mi mamá quien a esas alturas de la vida ya tenía cinco hijos y sabía que dudar, por lo menos para ella, significaba exponer su yugular a cinco Draculitas. Terminé escogiendo Ben-Hur, supongo porque el dibujo de la carrera de carrozas alrededor del Coliseo saciaba mis ansias de sangre.


Resulté ser wishy-washy para muchas cosas. Cuando alguien me preguntaba que cuál era mi animal favorito, de manera invariable empezaba diciendo ‘perro’, por no querer insultar a ninguno de los Pastores Alemanes que había en casa, pero en el preciso momento que empezaba a articular mi respuesta, alguno de los múltiples gatos que rondaban la casa se enredaba entre mis piernas recordándome de que ellos, con sus uñas afiladas, tenían acceso libre a las recámaras. Delfines, terminaba contestando aun a pesar de que no tenía una relación cercana con ningún ser acuático.


Más tarde aprendí que no estaba yo solo en este mundo de wishy-washies, y que cada quien esconde sus indecisiones de distinta manera. Para no andarle sufriendo de a diario, Stephen Jobs decidió vestirse con camisetas negras todas las mañanas. La bronca, pienso, es que el paquete de Adidas cuesta 19.99 y las de Nike las dejan ir por la friolera de 20.99 y no sé si se descalifiquen como negras por la palomita blanca a la altura del pecho. Decisiones a las que hay que darle vueltas, pues.


Es de admirar, siento yo, quienes ven todo en blanco y negro y su cada decisión es inapelable. Morsas, dirían de su animal predilecto; bermellón, su color favorito, La Isla del Tesoro escogerían en camino al baño, y agarrarían las camisetas Puma sin siquiera ver el logo resaltando en otro color.


Se agradece pues, cuando alguien nos la simplifica: “o estás conmigo o estás en mi contra” nos dicen. Blanco o negro. Nada en medio, nada de discusión. Nada de andar de que si para aquí o para allá, de medias tintas, olvídense de ser wishy-washy, de andarle debatiendo, estudiando opiniones, revisando ángulos. Drogas, aborto, pena de muerte, Tres Bocas, Tren Maya, liberal, conservador, fifi… ¡decididas! ¿Pa’ q’ le damos vueltas, pues?

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