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  • Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

¿ Preocuparme, yo?

Alfred E. Neuman era un pendejo más, así de sencillo. Poco privilegiado en cuanto a neuronas, rapidez mental y sensibilidad. La palabra idiota lo definía: menso hasta el hartazgo y no bromas.


Circulaba con su eterna sonrisa de niño perdido sin entender la imagen en el espejo. Falto de incisivo superior frontal, orejas perpendiculares y su pregunta eterna ¿preocuparme, yo? colgada encima de él como espectacular en el Periférico, provocando el que todas las mamás lo vieran exasperadas con cara de “sí, tu escuincle morón”, a lo cual él hubiera respondido, “¿preocuparme, yo?”


De ser Tuitero, daría laiks al Coronavirus, a los vagones oxidados del Tren Maya, a la imagen del morón sosteniendo la Biblia al revés y de cabeza. Pero igual, daría laiks a todo.


Las mamás lo odiaban, detestaban todo lo que representaba; ignorancia, valemadrismo, decidía, flojera.


Pero a pesar de todo, o quizá por eso, Alfred E Neuman era idolatrado por quienes lo conocimos. No obstante su falta de inteligencia, imaginación, tacto, orden mental, higiene, chispa, Alfred E. Neuman era nuestro héroe. Igual que él, no entendíamos que éramos… somos, nada más que una broma.


¿Preocuparme, yo? hubiera preguntado con su sonrisa (de) idiota.


Su rostro lo aprovecharon, lo explotaron. Con él en portada, las revistas se vendían a pasto. Si hubiera tenido madre, ella hubiera alegado que se aprovechaban de su imagen, pero nadie quiso ponerse el saco de ser la progenitora de Alfred E. Neuman. Huérfano completo, sin preparación, sin conocimientos, sin palabras, sin prejuicios. ¿Preocuparme, yo?


Recordé a Alfred E. Neuman con lo de George Floyd, Giovanni Lopez, porque Alfred E. Neuman y la revista Mad -que dejó de publicarse hace unos años- bautizaron a los policías como ‘pigs’, cerdos. Junto con nuestros líderes, son parte de nuestra deprimente broma cotidiana, claro.

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