1:14am. Despierto de lleno cuando Rosita decide es buen momento para ponerse a jugar con los borlitos que cuelgan de las persianas. Ha sido un problema desde que subimos la mesa de trabajo de AnaP, que fue cuando llegó Miki de UT. Él duerme en el cuarto de abajo. Sé que si no me levanto, echo a Rosita afuera, seguirá dando lata hasta despertarnos a los dos. Sin lentes, me paro, la atrapo, bajo con ella, la aviento al jardín, me arrastró de regreso.
3:10am. Intento acordarme cuál es la hora de las brujas según una película que vimos AnaP y yo hace años. Las 3:12am según esto. Si alguna vez se despiertan justo a esa hora sabrán a quién echarle la culpa. Hoy la libro sin brujas.
2:31am. Ando con la tentación de que suene mi despertador, despierte a AnaP. No aguanta dormir mal, bien como yo. Contabilizo las horas, falta un buen de aquí a que suene mi primera alarma. Mi sueño es mucho más ligero a últimas fechas. Por suerte no me cuesta trabajo volverme a dormir, aunque vuelvo a ver la hora a las 4:24am. Odio mi manía de ver la hora en el iPhone. Sé que tengo que aprovechar estos días para descansar, sobre todo hoy domingo, pero me entra remordimiento despertarme tarde, maldigo mi recién inventada herencia Calvinista. Ando con la tentación de no saber de que voy a escribir, hasta que en una de esas despertadas, no recuerdo cuál, decido que escribiré sobre mi noche que sé no importa, pero pues acá estoy.
5:35am. Como despertadas, estas son las más ruines. Mi primer alarma suena a las 5:40, la segunda veinte minutos más tarde. Con esa segunda me levanto, bajo, le abro a Rosita, preparo mi café, escribo.