En un esfuerzo por simplificar mi vida, purificar el alma, estoy cancelando Netflix.
Habrá quienes dirán que se trata de una decisión egoísta ya que la familia entera disfrutamos de su programación, pero en realidad entiendo que lo hago por el bien común, por el de la familia, en un esfuerzo desesperado por salvar nuestras existencias.
Que no se diga pues…. Lo hago también por el bien de la humanidad, para que tengamos algo más de que hablar que no sean las malditas, insulsas, interminables y amontonadas series de Netflix.
Puedes gozar de nuestra programación por un mes adicional, me ratificaron de manera personalizada los de Netflix, enviándome el mismo texto por correo electrónico con el que avisan a todos quienes osan cancelar el canal, cuando le di clic al “no botón” de ¡no más! La membresía es a través de Apple, y vaya que me la hicieron de tos los de Cupertino, cancelar es lo único en todo su sitio que no es un botón enorme ni está resaltado, es apenas un hyperlink que tampoco confirma de manera inmediata el que la subscripción quedó cancelada.
La verdad es que he estado tratando de limitar el ver las series de Netflix a solo ver los fines de semana, y con eso de que ahora estamos viendo la serie de los zombies a base de hongos en HBO (solo los domingos y cuya suscripción igual cancelaremos terminada la serie), ‘disfrutábamos’ de la programación original solo los viernes y sábados.
Ya lo veníamos debatiendo, AnaP y yo, esto de reducir nuestra dependencia de la pantalla. Yo dejé de entrar a mis redes sociales (Feis, Twitter, Insta’ y YouTube) hace como tres semanas, pero no me había atrevido con Netflix. Ella fue, por supuesto, quien me dio el empujón definitivo hoy en la mañana.
Es que de repente me di cuenta de que estaba yo viendo lo que fuera. El viernes pasado, por ejemplo, con AnaP dormida a mi lado, el dios del algoritmo del Netflix decidió que estaba yo para ver una película española. Duré como quince minutos antes de cambiarle a un capítulo de Someone Feed Phil, que como siempre, me mantuvo divertido, esto de ver desde la comodidad de mi cama, como el neoyorkino, a costa del pago de mi subscripción, vaga por el mundo alimentándose, riéndose y bebiendo como cosaco.
De la peli española que me recomendó el dios del algoritmo del Netflix y que empecé a ver, por más que me rasco la memoria nomás no me acuerdo de que demonios se trataba. Menos me acuerdo el título. Solo recuerdo estar ofendido por el nivel.
No sé, chance esto de cancelar Netflix provoque el que me quede fuera de conversaciones, de que cuando todos comenten, ¿es que ya viste la serie de los perritos de Luis Miguel, los que se convierten en dragones y juegan ajedrez?, o alguna por el estilo, yo me les quede viendo con cara de What?
Chance suceda.
Sin embargo, prefiero eso a que un día, por la razón que sea, recomiende yo el ver la película española esa, esa de cuyo nombre no quiero ni acordarme.