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Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

Bill


Cada domingo en la noche, a las ocho en punto, mi suegro nos marca por teléfono. El iPhone va rotando de mano en mano, y habla con cada uno de nosotros. Siempre empieza con AnaP, y aunque con ella habla varias veces entre semana, los domingos los reservan para chismear. Luego pide hablar con Nico y con Agus, les pregunta de su día, de su semana, de sus clases, de sus actividades, y ellos, como buenos adolescentes, son parcos en sus respuestas pero estoy seguro de que encuentran confort en la conversaciones dominicales con el abuelo. Cuando habla conmigo, me da su opinión con respecto a mi columna, se queja cuando no posteo, discutimos la carrera de Fórmula Uno de la semana o de algún partido de tenis que hayamos visto. Luego le marca a Miki a la universidad, comparando notas entre la ingeniería mecánica de cuando él la estudió, y lo que está estudiando Miki (spoiler alert - computadoras).

Entre otras cosas, siempre intercambiamos recomendaciones de películas, series o documentales, y en esta ocasión nos recomendó el documental de Bill Gates que está en Netflix, que acá titularon “Inside Bill's Brain: Decoding Bill Gates”. Ya lo había yo visto en la pantalla, pero la mera verdad, ver un documental sobre Bill Gates me había dado harta fiaca, y no fue si no hasta que le habíamos dado la vuelta a las opciones del Netflix, el que AnaP sugirió el verla y que nos echamos, iPad en mi barriga, a decodificar la mente de Bill.

La serie se divide en tres capítulos, tres proyectos de la fundación que encabezan Bill y Melinda —así, de primer nombre con ellos, que no se diga mas caray—. El primer proyecto se enfoca en crear dos cosas: sanitarios baratos y autosuficientes y un sistema contenido de purificación de deshechos humano, ambos funcionando sin electricidad ni agua potable ni drenaje. Como la oyen. El ingeniero que desarrolla el sistema, cual Ciro Peraloca, va y lo construye, y da toda la explicación de que esto que nos sale a todos por ya-saben-donde, entra por este tubo aquí y adentro sucede que esto y lo otro, y del otro lado de este artilugio, cuando abres la llave, sale agua potable y unas cenizas que a nadie molestan, todo sin el uso ni de electricidad ni de una gota de agua corriente, así que el buen Bill, confiando en su ingeniero, tomo su vaso, abrió la llave y se bebió su vasito de agua como si fuera una michelada. El reto ahora, explica Bill, es el hacer este sistema lo suficientemente económico para que se pueda instalar donde se necesite, como por ejemplo, en todas partes. En seguida pensé de lo que nos contaba Basi de la escuela a la que iba en plena sierra de Oaxaca, donde no había ni ventanas, ni agua, ni baños, y la mayor parte del tiempo tampoco ni maestros porque andaban siendo acarreados para la huelga, pero que bueno, con un artefacto así, por lo menos se resolvería uno de los problemas. El segundo proyecto de la Fundación de los Gates, es el poco ambicioso proyecto de erradicar la polio de la faz de la tierra. Igual, no me pregunten de la ciencia porque yo me quedé en el “quédate quieto niño que no te va a doler” al ver la jeringa del doctor Tirso acercarse a mis partes blandas, pero los expertos de la Fundación, con todo tipo de big data, gráficas, logística y mucho corazón, dispersa a su gente a las partes más afectadas y más remotas del planeta para vacunar donde persiste el polio. La cosa funcionaría mejor si tantas areas de la tierra no estuvieran controladas por gente fanática que cree que el vacunarse les causara, yo-que-sé, el que les crezcan antenas invisibles y que todas sus acciones y palabras sean controladas por Joe desde su cubiculo en Silicon Valley. El tercer proyecto se enfoca en el no menos ambicioso proyecto de instalar plantas de energía termonuclear, seguras y no contaminantes, alrededor del mundo. Obvio, para empezar, parte del problema es el convencernos de que ésta energía se puede generar de una manera bastante segura, a pesar de Chernobyl y Fukushima. Ahora bien, de las conversaciones científicas que sostiene Bill con el grupo de genios asignados al proyecto ed diseñar y desarrollar plantas termonucleares, lo único que pude entender es qué aquello de vestirse a la moda es lo que menos les importa a esta gente.

A pesar de que tiene toda la lana del planeta, lo interesante es ver como Bill estudia los problemas, los compartimentaliza, ve, como dicen “el big picture” y elige y se encausa en proyectos que se encaminan a erradicar enfermedades (la diarrea causada por aguas contaminadas, mata más de dos mil niños diariamente) y a encontrar una solución al cambio climático. A pesar de que no es ingeniero ni sanitario, ni biomédico, ni nuclear, su empuje, sus conocimientos y su habilidad de conjuntar expertos y hacer las preguntas correctas, sirve de aliciente y apoyo a quienes taclean estos problemas. Para él, todo es un problema técnico por solucionar.

Cuando terminamos de ver el documental, y justo antes de ir por unas orquídeas susurrantes para ponerle una ofrenda a Bill Gates en una esquina de nuestra recámara, se me ocurrió ver el periódico para ver el progreso que se ha hecho en el Tren Maya y su tecnología de punta de Chac Mol, en entender lo eficiente que será el tener tres aeropuertos entorpeciendo el tránsito aéreo de la Ciudad de México, y en el proyecto de vanguardia que será la refinería de Dos Bocas para aquello de seguir escupiendo CO2 al medio ambiente, justo lo que necesitamos para que ya no haya ni inviernos ni necesidad de suéteres en nuestro planeta, al que nos entercamos en darle en la torre.

Lo bueno es que se van a sembrar muchos plantíos de plátano en Tabasco.

Big Picture.


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