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Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

Soccer recreativo


Resulta que soy el director técnico del equipo de fútbol (soccer) recreativo de mi hijo de doce años.

En realidad el nombramiento, por llamarlo de alguna manera, fue después de un penoso y largo silencio a un correo electrónico enviado por la directiva del la liga a los papás del equipo mediante el cual pedían un voluntario para la chamba. Después de haber yo terminado con una segunda copa de vino que acabó por nublar mi buen razonamiento, me auto propuse para el puesto. Después de todo, jugué cáscaras cuando era chavo, he sido fiel seguidor de los Tiburones Rojos toda la vida, y enciendo la tele cada vez que juega el Tri. ¿Qué tan complicado puede ser?, pensé: es recreativo, son niños de doce y menores, es una cancha de fútbol, es un balón.

La cosa es que aquí, hasta lo recreativo se lo toman muy en serio. Y lo primero que hay que hacer para divertirse, es llenar formas y contestar cuestionarios porque, después de todo, no quieren que un zoquete que nada sabe sobre entrenar niños - en un deporte en donde mi experiencia se limita al haber jugado en el equipo de la prepa, en el cual durante el descanso de medio tiempo las preguntas se concentraban en lo importante: ¿quien trae cigarros? y ¿dónde vamos en la noche? - sea el DT.

Claro, lo primero que me di cuenta cuando salté a la cancha para el primer entrenamiento -armado con una profesional pizarra blanca, ataviado de tenista y calzando los tenis que uso para el gimnasio - es que los papás esperan que sus pequeños estén listos para jugar en el Mundial de Rusia el próximo año. Exigen, con sus miradas y los 120 dólares que pagaron para el registro (incluye uniforme completo), que los niños suelten sus celulares y se conviertan en CR7 en ocho entrenamientos de hora y media, en el primero de los cuales, éste, su DT de lujo, le tuvo que explicar a más de uno, que en este fútbol no se deben usar las manos.

Como DT del equipo recreativo, hubiera tenido que haber asistido a un curso de preparación (no fui - 9:00am ¿en un sábado?). Mas si tuve que pasar un curso sobre contusiones que se resume a que si se atolondra un chamaco con un cabezazo, no juega hasta que un doctor le de el visto bueno a pesar de las exigencias maternas; leer manuales de las reglas y reglamentos que aplican; ponerme de acuerdo con los otros DTs para establecer el calendario de juegos; entender el funcionamiento de un programa para manejar el roster en la computadora en el cual se necesita un posgrado en matemática aplicada para operarlo; y volver a releer el reglamento deportivo. Repito, aquí hasta lo recreativo se lo toman muy en serio.

En mi anterior oficio, los abogados norteamericanos con los que lidiábamos, asistían a las convenciones anuales a tomar cursos de actualización en la materia (sin importar edad) , ya que les era requerido para mantener la licencia para ejercer su oficio (en el cual, eran los expertos). No que en nuestro país no haya estudiosos de la materia, claro está que los hay, pero la gran mayoría de los co-nacionales quienes asistíamos a estas convenciones íbamos a socializar, a comer bien y sólo entrábamos a las salas de conferencia cuando había que recuperar sueño apoyados por el suave ronroneo de las palabras de los exponentes y de los lápices de los abogados norteamericanos tomando apuntes.

Mi mujer y yo coincidimos que lo que más nos llamó la atención al llegar a vivir acá, fue el nivel de competencia en todos los aspectos de la vida cotidiana, el grado de preparación y de cursos que se requieren para subsistir. Por eso sorprende que esta misma gente que exige tanto de si misma, hayan elegido a un mandatario que se la lleva de chile chilazo (hoy paga México, mañana pido el dinero al Congreso) y que todas sus decisiones parecen salir de debajo de una chistera. Se nos sigue haciendo increíble el que un hombre sin preparación alguna para la chamba más importante del planeta y cuya principal postura de negociación sea la intimidación, siga siendo defendido por gente que en todos los demás aspectos de su vida exige resultados de profesionistas quienes se la viven preparándose todos los días.

En el mundo en que vivimos, creeríamos que ya estamos muy educados para pensar que sólo se necesita saber arengar para ser líder.

En todos los demás aspectos de la vida, hemos visto que se necesita sacar el mejor producto posible a base de pulir conocimientos. Basta con ver a esas grandes transnacionales que año con año, a base de investigación y desarrollo, sacan un producto mejorado para sobresalir por encima de su competencia, invirtiendo enormes montos de dinero en cursos de actualización para su personal.

Estar en manos de alguien que aprende su oficio sobre la marcha es un muy mal augurio, basta con ver el 9-2 que nos propinaron ayer en mi primer partido como DT.


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