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  • Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

2 abr 23 - de aromas, azafrán, y sofrito


Apenas abrí la puerta roja de la entrada de la casa que me atacó el olor del azafrán. Habíamos salido a caminar y AnaP estuvo los cuarenta minutos de nuestra caminata colgada al teléfono con el tema que ahora nos trae de cabeza sin que aun se nos cuadre la respuesta. Probable no la haya. Fue domingo de paella. Domingo de ir a ver a AnaP jugar un partido de dobles, de verla, como ella dice, con las ‘manos atadas por el chango’ de los nervios que la asaltaron a medio partido, de darle un beso sudado después de su partido para quesque consolarla, regresarme, ir al súper, comprar los ingredientes para la paella, ponerme a cocinar. Será lo que queda de mi sangre ibérica, pero de vez en cuando se me antoja y la hago. No que sea buena mi paella, yo y el arroz no tenemos una relación muy cordial, o me queda duro o lo bato, no hay de otra. Y sí, ya sé la relación de líquido por arroz. La sé. Aun así. La cosa es que el olor del azafrán penetra cada rincón de la casa y ahora huele aquí dentro como si estuviéramos en Valencia. En realidad, lo que hago no es paella, no sigo la regla sagrada de los ocho ingredientes para que el arroz que cocino sea catalogado como ‘paella valenciana’ pero bueno, lo que si lleva y lo que inunda el aroma de la casa es el azafrán. Fiel a mi costumbre, no me salió, la verdad, creo que le falto un poco de sal, pero con eso de que AnaP dice que ando muy salado en mis preparaciones alimenticias a últimas fechas, mejor menos que más. Chance al sofrito le falto su tiempito en el sartén. Quizá hubiera servido el beberme una copita de vino tinto para beberla mientras comía la paella, pero la verdad es que no estoy bebiendo tanto a últimas fechas, no por ninguna razón en particular, si no que nomás no se me antoja. Aun así, me bebí como un cuarto de una Sheiner que no es lo mismo que un tinto con la paella, pero bueno, tampoco quería abrir una botella entera para que se echara a perder. La comimos frente a la tele porque estaba la final de hombres del abierto de Miami que al final del día, no valió la pena. Luego fuimos a ver a Cora y a Fer que apenas llegaban de un viaje de dos semanas, y regresando nos fuimos a caminar, y fue cuando abrimos la puerta que me golpeó el olor del azafrán y me recordó que mañana es lunes.

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