top of page

Habemus güey

  • Writer: Miguel Esteva Wurts
    Miguel Esteva Wurts
  • May 23
  • 4 min read


Mi vecino K me texteó hace un par de días: “te invito a dirt bike riding”, escribió.


En mi ignorancia, interpreté sus palabras como, vamos a bicicletear en un camino terregoso. Habemos Ignoramus Enormus “¡Orales!”, le contesté, solo que en inglés, es decir, con un burgués “Yes!”. Me visualicé ensopado en sudor, montado en una bici en un camino al lado de vacas, caballos y cabras, pedaleando en el insoportable calor tejano de verano.


Habemus güey.


Hace rato me encontré a K y me dijo, “te mando el link del sitio del rancho donde vamos”. “Cool” le respondí. Él sentado dentro de su flamante Jeep eléctrico, aire acondicionado a menos cuarenta grados, yo afuera, sudando, paleando tierra en uno de nuestros árboles.


Ya en la casa, me metí al link y descubrí que andaremos en moto. En moto. M.O.T.O. Dirt bikes = motos cross country, en las que brincas, te derrapas y a chaleco, sales madreado.

Seguro así lo estipulan en el contrato que me harán firmar: “saldrás madreado”. Habremus moretones


Como si yo supiera algo de motos. Mi experiencia se limita a estar, a los diez años, trepado en una Moto Islo verde, colgado de mi primo Jimmy camino a Tlaxcalatongo, en la Sierra Poblana, soltando patadas al aire intentando alejar a los perros que nos perseguían mientras él manejaba esquivando baches.


Me voy a matar, yo creo.


Entiendo que mis expectativas de regresar entero a casa son nulas.


Escribo esto a veinte minutos de irme caminando a casa de K, enfrentarme a mi mortalidad, tipo Évariste Galois, el matemático francés del siglo 19, escribiendo quiensabe que teorema la noche antes de ir a batirse en un duelo que resultó en su muerte. Justo hoy en la mañana concluía que mi auto confianza anda en decadencia después de pelearme con un sitio para comprar boletos de tren y de no poder rellenar los datos requeridos para el boleto de avión.


Vamos, no sé ni como ir vestido para manejar una moto cross-country. Los usuarios en el sitio de internet del “Cycle Ranch” salen fotografiados usando cascos enormes, visor, trajes de cuero que los cubren de pe a pa, guantes ad-hoc, camisetas deportivas con marcas que rugen ‘mis ancestros eran hijos del todo poderoso Wotan y no temo vivir con huesos astillados’.


“Ponte jeans”, me advirtió K.


Así que voy de jeans, tenis ON negros (son mis más motorizados) y una camiseta viejita, de las que uso para correr. Como si fuera al súper, pues.


Creo que prefiero ir a ver arte especulativo a un museo interpretativo que andar en moto campo traviesa.


Pero ya es demasiado tarde. Ya dije que sí, los planes están hechos y yo sujeto a mi idiota resolución de “intentar” cosas nuevas.


“Nos vamos a las doce en punto” me dijo K. “Te pedí una eléctrica” me aseguro. No sé que quiera decir con eso: ‘eléctrica’. Aparte, el Instagram de estas personas que andan en moto ‘cross-country’ me parece innecesariamente agresivo, un craneo de un ‘cuerno largo’ pintado con la bandera de Tejas. Ya soy puro pánico. Debo aprender a decir que no. Ya no estoy para amanecer con no sé cuantos huesos rotos. Díganle a mis hijos que los quiero mucho. Amo a mi vieja… ARRRGHHH



---



Ya regresé. En una sola pieza. Ningún hueso roto. Ninguna herida requiriendo curitas. Solo músculos recordándome su existencia en cuello, brazos, manos, alma. Esta última por ser el más lento rodando sobre las pistas de tierra, y bueno, por haberme rajado en la pista grande, la “pro”. Espero no hayan tenido cámaras filmando el como me agalliné en plena bajada, mentándole la madre a mi propósito ridículo de intentar cosas nuevas. A mi edad. Carajo. Lo que necesito es encontrar una mecedora que aguante.


O sea, desde que llegamos. Cuando entró a nuevos mundos, todo impone, olores, texturas, palabras, y, a excepción de una cafetera italiana de esas que no tienen el porque existir en un rancho perdido en las carreteras tejanas entre hombres que hablan de centímetros cúbicos, “conseguir aire” y amortiguadores, todo olía a macho alfa golpeándose su pecho. Y nosotros de jeans, camisetas con el nombre de la Facultad donde da cátedra mi buen K, y miradas de que esto ya ni siquiera es una mid-life crisis, sino de que preferiríamos estar en el mandado porque hacen falta jitomates para la ensalada de mañana. Más intimídate cuando el único otro usuario de las pistas en este martes a media tarde es un fulano ataviado de punta a punta como imaginas el que esté alguien de este mundo de motos todo terreno ande vestido: overoles de cuero manchados con grasa y costras de sangre, guantes, botas, gorra con el visor hacía atrás, bíceps del tamaño de mi barriga, mirada de alguien quien salió del útero materno montado en su Kawasaki de 450cc (o whatever) con todo y llantas enlodadas. Tampoco no sirve el que la moto de éste gladiador tejano sea como del doble del tamaño de las que nos rentan. Aparte, su maldita moto ruge. La mía es eléctrica, ronronea. Como licuadora. No. Como batidora.


Eso sí, ya de regreso, en el Jeep de K, nos agigantamos, obvio. Todo incrementó: nuestra velocidad, nuestra audacia, nuestros “saltos” en los whoops… a ver, si no saben el lingo, ni pregunten, nosotros, los machos de motos todo terreno tenemos poca paciencia, excepto para el Whiskey Throttle.


El dueño del rancho, un hombre un poco más joven que nosotros pero con todo el luk’ de saber que es un diferencial dentro de un motor de combustion interna, nos dijo —con esa confianza que da el poseer una cafetera italiana— que el andar en moto a campo traviesa arriesgando el físico, es el significado de lo que es el verdadero miedo, que en cada bache, salto, curva y trampa de arena te enfrentas a tu mortalidad. Sus palabras. No sé si para tanto, sobretodo en mi licuadora eléctrica, pero bueno, tomaré el dicho como mio.


Vencí algo.



el "intimidator" con biceps del tamaño de mi barriga y una moto de verdad


 
 
 

Recent Posts

See All

Comments


Chilango in Texas

DescansoNomada.com

©2016 by DescansoDelNomada. Proudly created with Wix.com

bottom of page