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Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

de letreros rojos de stop, vikingos e hipopótamos


Supongo fue mejor el que las primeras palabras que escuchamos apenas contestamos cuando recibimos la llamada de Nico mientras estábamos en camino a Austin para comer con él en el mero día de mi cumpleaños la semana pasada fueran, estoy bien… estoy bien, cosa que de entrada se nos hizo extraño porque no tendría por que estar mal, pero no muy nos dio tiempo de reaccionar porque luego luego Nico agregó un, pero…, que fue cuando el corazón se nos hundió y nosotros atorados en medio del maldito tráfico de la 35I entre nuestro pueblo y Austin, tráfico que obvio estaba del nabo porque esa carretera siempre está hasta el queque de coches y camiones y trocas, y nosotros a media hora sin que pudiéramos hacer demasiado por él, hasta que Nico agregó, con una voz entendiblemente alterada, es que la mugre señora se pasó el letrero de stop, y se me vino a la mente la vez que nos visitó mi sobrino de la CdMx y salimos a rodar en bici por la colonia y me preguntó un poco incrédulo si era cierto que acá todo mundo se paraba en las esquinas donde hay un letrero de stop y le aseguré que sí, que todo mundo nos detenemos en las esquinas donde dice stop porque justo puede venir un ciclista como lo fue Nico en Austin el día de mi cumpleaños y pues sí, término sucediendo de que la conductora de un Jeep color crema no se detuvo en el letrero de stop -hecho que más tarde se corroboró en el reporte de la policía- y que con la defensa de su Jeep color crema le pegó en el tubo de la bicicleta azul y plateada de Nico, el tubo ese que va del asiento de la bici al eje de la llanta trasera, golpe con el cual mi Nico salió volando cual muñeca de trapo y terminó aterrizando, primero de pompas en el parabrisas del Jeep color crema y luego en el asfalto color asfalto de la calle en Austin y que, siendo mi hijo como es, lo primero que le preocupó cuando terminó de rebotar fue que sus audífonos salieron rodando y que había que buscarlos, aunque por suerte una buena samaritana obligó a Nico a quedarse sentado en el asfalto con eso de que estaba atolondrado, golpeado y sangrando y allí lo contuvo hasta que llegaron los bomberos mismos que empezaron a hacerle bromas para distraerlo, y entre chiste y broma le sugirieron llevarlo a un hospital para que le hicieran una revisión completa y el les dijo que no, que estaba bien, que no se preocuparan por él, así que muy obedientes los bomberos con todo y su camión enorme con sirenas y escaleras y mangueras y grifos se pasaron a retirar, pero el policía, ese del reporte y quien se había quedado a entrevistar a testigos y a la conductora del Jeep color crema que arrolló a Nico, le dijo que mejor se lo llevaba a una clínica de urgencias para que lo revisaran, pero para ese entonces AnaP ya le había hablado a Haley, la amiga de Nico que es una chava que le gira el coco a cien y que no se le atora nada ni tantito, pidiéndole que por favor acompañara a Nico, así que los dos se treparon a la patrulla del policía, y Nico todo moreteado, adolorido y sangrando, se montó en el notorio asiento trasero de la patrulla, y el policía se los llevó a una clínica de urgencias para que por lo menos le echaran un ojo a las heridas abiertas que tenía en el brazo, la espalda y la pompa, clínica de urgencias que fue donde nos encontramos a Nico y a su amiga Haley, momento de reencuentro que fue cuando Nico la perdió y empezó a llorar en el hombro de su madre del susto que traía enterrado con eso de volar panza para arriba viendo pasar la película entera de su vida y de haber aterrizado de sopetón en el parabrisas del Jeep color crema que se había pasado la señal de stop, pero la cosa es que cuando nos pasaron a un consultorio dentro de la clínica de urgencias, el enfermero nos dijo que cómo se trataba de un trancazo con un coche, en aquella pequeña clínica nomás no podían ni ver las heridas de Nico y que por ende era mejor y preferible y necesario el que nos fuéramos a la sala de emergencias de un hospital para que le hicieran un sondeo general y completo a Nico para confirmar el que no hubiera nada interno dañado, así que le llamamos a Miki quien había ido a dejar a Haley a su departamento, para que nos transportara a la entrada de emergencias del hospital de allí cerca de la clínica de urgencias donde estábamos, y una vez adentro, en la sala de emergencias del hospital me senté junto con Nico, quien estaba ya muy tranquilo, a un lado de un señor que estaba insolado y deshidratado y que tenía cara de que no la estaba pasando nada bien y de otro fulano que Nico me aseguró, por la lesión casi negra que traía en la pantorrilla, que de seguro que lo había mordido una araña violinista que es de esos bichos ponzoñosos, de muy mala leche y muy venenosos que habitan en estos lares, hasta que después de esperar un ratito en aquella sala de emergencias del hospital, un enfermero de bigotes y muy sonriente nos llamó y quien, al ver como caminaba Nico todo cucho y lento y adolorido lo retó a unas carreritas, cosa que nos pareció gracioso porque justo era lo que yo le había retado minutos antes a Nico quien siendo como es me dijo que aun así me ganaba cosa que no dudo, pero ya dentro de una salita de revisar, el enfermero empezó a pedirle sus datos y los del seguro y tomarle los signos vitales a Nico y preguntarle donde y cuanto y como le dolía haciendo un repaso de los hechos y yo nomás conteniéndome de responder por mi hijo porque luego es complicado el recordar que él ya es mayor de edad y contestaba todo con una seguridad que siempre me pasma, y así repondío todo hasta que nos pasaron a un cuarto privado donde entraban y salían no sé cuantas enfermeras hasta que un doctor, ataviado con ropa de doctor negra y con unos zapatos ON esos que están de moda y que son, según esto, muy cómodos pero que el doctor nos dijo que la verdad le habían parecido muy caros para lo que eran, revisó a Nico y nos dijo que así, a ojo de buen cubero se veía bien pero que iba a hacerle todo tipo de estudios y pruebas y escaneos nomás para cerciorarse, agregando, el doctor de los zapatos ON , que después de ver las heridas en el brazo en la espalda y en la pompa de Nico, de que no veía necesario el coserlo que porque aunque estaban profundas y aun sangraban, no estaban tan gachas, que es un término que debería ser adoptado por la comunidad médica, gacha, así que se llevaron a Nico en camilla a que le hicieran todo tipo de scans y de pruebas y la verdad es que aparte de la sangre, Nico se veía muy bien en sus ires y venires acostado en la camilla, hasta que después de un par de horas de estar esperando y viendo a Nico acostado y sonriendo y de solo quejarse de la enfermera que le colocó una sonda en el brazo haciendo todo un desastre sanguíneo al insertarla, regresó el mismo doctor con sus zapatos ON y nos dijo que todo estaba al cien y que no nos preocupáramos, de que las heridas sanarían y que nomás había que limpiarlas y cuidar el que no se infectaran, pero AnaP le preguntó, pero oiga, ¿cómo la ve que Nico se va a Botswana en dos días?, y el doc con sus zapatos ON se limitó a responder que Nico nomás se cuidara de los hipopótamos que luego son muy territoriales y que ni se le ocurriera interponerse entre un hipopótamo y su charco porque es allí donde son peligrosos, así que bueno, acá estamos, ya un par de días después de que la señora en su Jeep color crema arrolló a Nico en su bici, y la madre de nuestro viajero dándole todo tipo de indicaciones y de pastillas y de ungüentos y de vendas y de curitas que me hizo pensar en la mamá de Leif Erikson, el explorador Vikingo del siglo X que según esto pisó tierras americanas bastante antes de que Cristobal Colon, madre nórdica quien seguro estaba tan preocupada por las cortadas y los golpes y las magulladas que sufría su hijo en sus viajes en el drakar vikingo, aunque igual lo que me queda claro que seguro de que el papá de Leif Erikson era tan buey como yo y en vez de darle consejos sabios a su hijo explorador de como usar el hacha o como aprovecharse del viento o de como ubicar su posición usando las estrellas, solo le podía rogar a Odin y a Thor y a los demás dioses que cuidaran de su explorador vikingo, así como yo, que de sobrevivir en la sabana africana se tanto como nada, solo puedo pedirle a mi hijo que se cuide y que, como bien le previno el doctor de los zapatos ON, no se le ocurra interponerse entre un hipopótamo y su charco.

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