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  • Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

Calladito se oye más bonito.


Cuenta la leyenda de que cuando llegaba a desayunar a un restaurante con sus cinco hijos pequeños, a fin de evitar pleitos y caprichos y mientras mis primos se disponían estudiar el menú, mi tío Jimmy ordenaba: “siete huevos revueltos con jamón, siete jugos de naranja, cinco leches” y terminaba con un “y ya se puede llevar los menús, gracias” antes de que hubiera quejas. Las dudas, las demoras, los que si yo quiero esto, aquello, o lo de más allá, se las evitaba para cosas más trascendentales. Mi tío Jimmy, dicho sea de paso, era nuestro tío consentido, pero tengo tres hijos y entiendo su vena dictatorial: cuando llevas niños a un restaurante, hay que ser antes que nada, prácticos, eliminar opciones.

Acá, ir al súper y escoger una caja de cereal resulta tan complicado como elegir el segundo nombre del tercer hijo: que si unos tienen mucha azúcar, que si otros tienen fructosa, que si son redondos, desabridos, que si la caja se ve triste, que si tienen chocolate, que si no lo tienen, que si está elaborado con colorantes artificiales, que si son secos, aburridos (válgame cuando un cereal es aburrido), que si el crucigrama de la caja no lo han cambiado desde hace años. Ir al súper sin saber que cereal vas a comprar, es condenarte a pasar la tarde en el pasillo diecisiete del súper antes de poder pasar a los refrigeradores y escoger la leche, con su respectiva avalancha de opciones: entera, 1%, 2%, media y media, con chocolate, de soya, de avellana, orgánica, vegana, de cabra y de hormiga atómica.

Claro, la cosa es que mi hermana, de niña, tenía un reflujo causado seguramente porque era alérgica a la leche Alpura que vendían en el Tetrapak azul que mi mamá compraba porque bueno, “es leche, te hace bien” y era infinitamente mejor que la “Estrella de Xalpa”, que sabía a rayos aunque a veces era la que había y aguántense. Ahora en día, porque tiene opciones, mi hermana ya puede disfrutar de su cereal orgánico vegano cultivado por monjes tibetanos ataviados en largas túnicas color cempasúchil, bañado con leche hipoalergénica ordeñada de vacas sonrientes que escuchan Los Conciertos de Brandenburgo antes de acostarse.

Era menos complicado el no tener opciones, pero tenía sus bemoles.

Así de fácil la tenían para votar nuestros antepasados durante todos esos años de la “Dictadura Perfecta” del PRI: una boleta electoral con el verde, blanco y colorado estampado de pe a pa, y un solo lugar en donde marcar tu X. Quizá discutían sobre si el Secretario de Educación era un tal por cual, pero de la elección del líder supremo ni se discutía. El Partido sabía lo que era bueno para el país, y más importante, benéfico para todos esos que mamaban del partido, llevándose a México entre las patas.

El cuento de dictadores iluminados, ya fueran blandos o duros, se repitió desde el Rio Bravo hasta la Patagonia haciendo intrascendente la decisión en las urnas para los ciudadanos. Hay que admitirlo, en términos de elección era mucho más sencillo, casi tan fácil como la tuvieron los rusos en las pasadas elecciones donde las boletas leían: “Putín” vs “Los odiados enemigos y traidores del pueblo”, excepto que estaban escritas en cirílico.

Ahora en día, dadas las opciones electorales que tenemos, todo resulta más enredado, obligándonos a estar enterados de las propuestas, palabras, modos y tweets de los candidatos. Ya no podemos elegir solo porque el candidato tiene copete de Jimmy Neutron dándole apariencia de niño aplicado, güey pero aplicado. La bronca aquí es que estar más o menos enterado implica ver noticias y leer editoriales, y la verdad, estando ya tan cerca del Mundial, es mucho más cautivante el saber si Osorio va a convocar a Oribe Peralta. Pero es importante saber las posturas de los candidatos en temas actuales: la legalización de la marihuana; si promovería la derogación de la Ley de Seguridad Interior en caso de que la Suprema Corte la avale; o bueno, el tema que esquivó Margarita Zavala el otro día en su entrevista con Jorge Ramos de su postura ante los matrimonios de parejas del mismo sexo. Parece ser que la candidata no sabe que la Santa Inquisición se abolió hace ya unos meses. También creo importante saber como es que pretenden lidiar con Trump, con los Narcos, con los miles de desaparecidos que con su ausencia entierran nuestras vidas, y con los muertos por la violencia en nuestro país que suman ya casi el cuarto de millón de personas en los últimos dos sexenios. Casi un cuarto de millón de muertos en doce años.

Esto también viene a colación porque AMLO, de ser electo, quiere que los “asuntos delicados” se sometan a consulta ciudadana, que porque “el pueblo tiene un instinto certero, es sabio” https://goo.gl/MRgsfn. Pongo changuitos para que me considere parte del pueblo, porque esa gorra de “sabio”, si me la regalan, vaya que me la pongo! Sobretodo si esa gorra la tiene en azul marino. En lo particular, creo que mi sabiduría se nota a leguas cuando escojo una botella de vino: siempre hago un comparativo de precio/uva/año/región y termino comprando la botella con la etiqueta más bonita. Más destacará mi sabiduría cuando elija ubicaciones del aeropuerto y asuntos de la Reforma Energética, porque no cabe duda que ser papá de tres adolescentes te hace, entre otras cosas, experto en aeropuertos y en contratos de Reforma Energética. Clarito me veo discutiendo con mis vecinos la cláusula 14 del contrato de tal o cual pozo de extracción, y decidiendo con mi instinto. Ya entrados en gastos, que el AMLO nos consulte sobre la ubicación del departamento donde vivirá durante su presidencia para ver si lo quieren de vecino en La Condesa o mejor lo retachen, con todo y los futuros líos de tránsito que causará su vivienda, a la Doctores.

Sé que no sé nada (¡es de sabios el no saber nada!) pero si yo fuera su asesor, le sugeriría silencio de aquí hasta las elecciones, con eso de que calladito se oye más bonito.


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