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Writer's pictureMiguel Esteva Wurts

ñañaras


Vi el video donde Claudia Sheinbaum nos presume el interior de su oficina en Palacio Nacional. Con su alarmante simpatía, se jacta de que ya le dio el ‘toque femenino’ al lugar.


hmmm


La remodelación consta de haber agregado tres retratos de “heroínas” montados en caballetes y esquinados dentro del cuarto, mismos que sin duda serán eliminados apenas regrese un macho tipo Pancho Villa (2023- Año De Francisco Villa) a ocupar esa oficina. Un macho, o bueno, alguien con tantito gusto.


El primer retrato es de Josefa Ortiz. Ahora ya sin el ‘de Dominguez’, nos explica Claudia aunque ella misma dice el nombre con todo y el 'de Dominguez'. Coincido en su razonamiento de porque quitar el 'de Dominguez', aunque será complicado volver a aprender el nombre y detenerse con solo Josefa Ortiz, sobretodo cuando mis libros de la SEP y las monografías insistían en incluir el ‘de Dominguez’, nombre completo que tengo tatuado en mi subconsciente, tipo como cuando me dicen “Valladolid”, en automático salto y recito “Valladolid… ¡hoy Morelia!”, con lo que Miss Dulce en quinto año, estaría muy contenta. Los otros dos retratos son de Leona Vicario y Margarita Maza (la esposa de Benito Juarez, conocida mayoritariamente por ser, bueno, la esposa del benemérito). O sea, lo del ‘toque femenino’ en la oficina presidencial está bien si comparas tu gusto en diseño interior con Morticia Adams, pero no sé que tan toque femenino sea incorporar tres retratos obscuros de mujeres del siglo diecinueve, por más “heroínas” que sean.


No sé si sea “toque femenino”, pero neta a mi me hubiera gustado algo más atrevido, menos conservador y patriarcal que el poner esos tres cuadros en caballetes, sin siquiera clavarlos en las paredes. Quizá un sofá así dos tres acogedor, una planta alegre de hojas enormes como la que AnaP consiguió hace un par de meses, unos floreros inmensos tipo Diego Rivera repleto con decenas de alcatraces, un gato gordo y peludo acurrucado en alguna esquina y quizá algo de color que no fuera el retrato de Margarita Maza, la pobre con cara de que lleva semanas sin movimiento intestinal, y pensando en como correrá a su estilista por prometerle un corte de pelo moderno y terminar con eso.


La otra cosa que nos presumió Claudia Sheinbaum fue la silla presidencial, artefacto que haría feliz a cualquier faquir. Nos dice, la presidenta, que la silla la tiene “prestada” del pueblo de México. ¿Quizá mas bien, donada por la Asociación Mexicana de Quiroprácticos para poder presumir a la presidenta como eventual paciente? Es la misma silla que el antecesor de Claudia mandó a “limpiar” por aquello de que Emiliano Zapata dijo que estaba embrujada, con esa confianza que da tener líderes supersticiosos. ¿No sería más fácil conseguir una silla tantito más cómoda y sin fantasmas en la calle de Comonfort o en cualquier Office Depot?


Vamos, entiendo de que la presidenta tiene cosas más importantes que hacer, lidiar con Trump, la violencia, ver que hace con los elefantes blancos heredados de su predecesor, así que el que nos muestre sus dotes de decoradora de interiores es un lujo inusitado. Aun así, o quizá por eso, no entiendo porque todo el luk’ de la oficina permanece tan conservador, patriarcal y medieval. Sigue pareciendo la antesala de los invitados a pasarse un tiempo en las mazmorras del Palacio, aunque supongo ella respondería, “no, no, a ver, entiende, no somos iguales, ya no son mazmorras, ahora son calabozos”.




Por mero principio no uso las sugerencias del IA para responder correos electrónicos. El programa que usamos para administración “lee” los mensajes y sugiere respuestas. AnaP dice que ella sí usa las propuestas, “es una maravilla”, insiste. Yo me rehuso. Eso de que la compu “lea” mis mensajes y entiende de lo que estoy hablando, me da ñañaras. Ahora que terminé el párrafo, creo que solo lo escribí para usar la palabra ñañaras en una oración. No sé si la IA alguna vez use la palabra, o llegue a sentir ñañaras.




Ayer fuimos a jugar pickle ball a un lugar que funge como restaurante, bar y centro deportivo. Sudas, comes, cheleas. Fuimos con Nico, Gusano, Hanna y unos amigos. La mamá del amigo con quien fuimos murió la semana pasada. Lloré durante una hora, me dijo, pero me di cuenta de que vivió una vida feliz. Tenía 93 años, o sea que hubo de todo, tuvo todo. No sufría por las minucias, agregó. Ya estaba muy frágil y los hijos y los nietos estuvimos con ella. Mi mamá hizo el bien, era feliz, así vivió, así murió, feliz, me repitió. Supongo que es lo que todos queremos al recuento del camino, ¿no?, decir que hicimos el bien, poder decir que aprovechamos este espacio entre las no existencias.




Hoy martes el camión de basura pasó a las 7:35am, llevándose el montonal de porquerías que sacamos del garaje. Así de repente mi problema con tanta chunche se convirtió en problema de alguien más, su destino dejó de ser de mi incumbencia. Cuando se la llevaron, agradecí al par de cuates que van colgados a la parte de atrás del camión quienes, en un dos por tres vaciaron el contenido entero del bote de basura en el camión y se fueron a recoger el desastre de mis vecinos.



Leyendo: Sigo con ‘Herejes’ de Leonardo Padura. Ya sé, ya sé, voy lento.


Viendo: La 'Sociedad de la Nieve'. Yo me quedé dormido la primera vez que la vimos —entiendo que es una grosería— así que ahora la vi completa. Bestia la película, bestia.


Escuchando: Ha estado Nico en la casa, así que hemos escuchado su música. Su mezcla incluye Sturgill Simpson y Wilco, estos últimos con la línea en su canción de ‘Jesus, Etc’ que me encanta, “you were right about the stars, each one is a setting sun”

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